jeudi 31 mars 2011

El Instituto Cultural de México: Dos libros americanos


   Joaquín Badajoz, Gerardo Reyes, Arturo Morell, Juan Luis Nilo, Adriana Bianco y Luis Alberto Ambroggio en el Iinstituto Cultural de México.
Joaquín Badajoz, Gerardo Reyes, Arturo Morell, Juan Luis Nilo, Adriana Bianco y Luis Alberto Ambroggio en el Iinstituto Cultural de México.
Cortesía Adriana Bianco

El Diccionario de americanismos, ya presentado antes en Miami por su coordinador Humberto López Morales, fue parte de un acto organizado por la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE) en el Instituto Cultural de México que dirige Arturo Morell y donde también se dio a conocer otro libro americano titulado Gabriela Mistral y los Estados Unidos, editado por Gerardo Piña Rosales, Jorge I. Covarrubias y Orlando Rossardi. El acto se llevó a cabo bajo los auspicios de la Editorial Santillana, que envió como representante a Silvia Matute. Del ANLE había varios miembros en el panel: Adriana Bianco, Luis Alberto Ambroggio y Joaquín Badajoz. También participó en el panel el cónsul de Chile Juan Luis Nieto, y asistió al acto el cónsul general de México Juan Miguel Gutiérrez Tinoco. Sustituyendo al director de El Nuevo Herald, Manny García, el escritor y reportero Gerardo Reyes dijo unas palabras sobre las virtudes del Diccionario.

INTRODUCCIÓN

Con fragmentos de un texto de Gabriela Mistral que leyó Morell: “Hay una alegría de ser sano y la de ser justo, pero hay sobre todo la hermosa, la inmensa alegría de servir…”, sacado de El placer de servir de la poeta, comenzó la noche, uniendo la virtud de los dos libros por el interés de Mistral en la lengua española. Sobre el Diccionario comentó que esta ciudad es donde más falta hace su uso, porque las palabras tienen significados completamente diferentes desde el punto de vista regional, cosas dulces para un país tienen connotación sexual en otros. “Es una gran herramienta”, dijo, “para no hacer el oso, y dejar a alguno como chaleco de mono, cuando ya todo es un arroz con mango”. De este modo dejó a muchos “en Babia”, porque por ejemplo yo sólo entendí “el arroz con mango”, es decir, que esto era un gran lío.

GABRIELA

El cónsul de Chile dio las gracias a México por lo que le dio a Gabriela Mistral, quien llevó siempre un diario de vida, donde reportó sus vivencias y sus cosas íntimas. De ese diario leyó Nilo los reconocimientos de la poeta hacia México. Agradecía a los que la cobijaron en las aldeas indias y en las austeras mansiones coloniales, y también sus diversas comidas y el gran paisaje mexicano. Citó además su visita a una escuela agrícola, donde su estado de alma era de un respeto y fervor religioso. “Así debieran ser un 80 por ciento de las escuelas en nuestros países”, comentó la poeta.

Al final, Ambroggio resumiría el tema propio del libro Gabriela Mistral y los Estados Unidos, con apuntes sobre los 16 ensayos que lo forman. Mistral murió el 11 de enero de 1957 en Nueva York, en donde era cónsul desde 1953. “Era un sujeto extraño en continuo desplazamiento”, adelantó Ambroggio. Ella lo profetizó en su poema La extranjera, el cual leyó, como crucial en su itinerario. Su biografía está hecha de pérdidas, dijo, pierde al padre, a sus amores, a su país, tiene desilusiones. “Era una desarraigada por antonomasia”. Pero en los ensayos hay distintos puntos de vista que muestran la diversidad de su periplo por este país.

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